Este artículo explora los efectos económicos comparativos de un vehículo a gasolina (VG) y de un vehículo eléctrico (VE) en el mismo segmento de mercado, en relación a la producción económica y a las finanzas públicas, a nivel nacional.

El vehículo eléctrico (VE) ha vuelto a la vanguardia: los fabricantes de automóviles están desarrollando proyectos y algunos de ellos ya están industrializando modelos; las empresas de alquiler de vehículos y los servicios de coches compartidos les dan cabida en sus flotas; los políticos nacionales o regionales se interesan mucho en él, al igual que los medios de comunicación. Las cuestiones que se plantean son, sobre todo, los impactos ecológicos locales de su circulación (sin emisión de contaminantes, menos ruido), así como la posibilidad de utilizar fuentes de energía renovables (hidráulicas, eólicas, solares) o al menos libres de carbono (nuclear) para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Más en profundidad, la diversificación de energías reduce las dependencias estratégicas entre países, mientras que la producción industrial de vehículos eléctricos es un tema importante para el empleo nacional y el comercio exterior.