Cada año se esparcen en las carreteras francesas entre 800.000 y 2.000.000 de toneladas de sal. Debido a las condiciones climáticas y al tráfico, esta sal es transportada fuera de las carreteras. Por ello, grandes cantidades de sal terminan en las zonas colindantes o en lagos utilizados para la reducción del agua de escorrentía y el control del caudal hídrico. No obstante, estos lagos no están diseñados para el tratamiento de la sal, a pesar de que ésta tenga un efecto medioamiental negativo. Tras pasar por dichos lagos, la sal se devuelve al medioambiente. Para reducir las cantidades devueltas, debe desarrollarse una solución específica de descontaminación.