Los estudios sobre demanda de transporte revelan cierta tendencia hacia la reducción del uso del automóvil en los países desarrollados, especialmente en Europa. Varios factores contribuyen a que esto sea así:

• la tendencia general a vivir cada vez más en ciudades. Existe una correlación directa entre el porcentaje de población que vive en las aglomeraciones y la densidad de coches. En las áreas urbanas, el coche parece resultar menos necesario o indispensable, entre otras cosas debido a la configuración del territorio y a la disponibilidad de modos alternativos;

• las nuevas generaciones se inclinan más por vivir en la ciudad cuando comienzan su vida activa o forman una familia. Ahora esas nuevas generaciones, especialmente la generación Z, son menos propensas a comprar o utilizar el coche;

• el uso del coche tiene cada vez más presión en las ciudades, debido a las numerosas y variadas restricciones de circulación existentes y al escaso espacio para aparcar, todo lo cual lo convierte en un modo de transporte menos atractivo;

• las combinaciones necesarias para realizar un recorrido son muy complejas, por lo que el transporte tradicional, especialmente el transporte público, es incapaz de cubrir la demanda existente. Se están desarrollando nuevos servicios de transporte, como la movilidad compartida, gracias al acceso extenso a Internet y a los omnipresentes sistemas informáticos.