Europa es el segundo productor mundial de pulpa y papel. Representa el 23% de la producción mundial y una facturación anual de 180.000 millones de euros (el 1,26% del PIB europeo) [1]. Según la Confederación Europea de Industrias del Papel (CEPI), los rechazos de la industria de la pulpa y del papel (PPI, por sus siglas en inglés) poseen un gran potencial como materia prima para la elaboración de productos de gran valor en otras industrias, como la papelera (fibras) o la conversión de energía. En la actualidad, el 55% de los rechazos se incineran para producir energía, su aplicación sobre el terreno representa el 15% y su explotación en otras industrias el 10% [2]. 1,65 millones de toneladas de rechazos generadas por la PPI (el 15% del rechazo total), [3], aún terminan en los vertederos.