Ciclos de hielo-deshielo, gradientes térmicos, inundaciones, tormentas: el clima afecta regularmente a las infraestructuras de transporte. Para limitar su vulnerabilidad, su gestión se basa en referencias de diseño, mantenimiento y explotación que tienen en cuenta numerosos parámetros climáticos. Sin embargo, a pesar de los numerosos esfuerzos realizados a nivel mundial para limitar las emisiones de gases de efecto invernadero y mantener el calentamiento climático por debajo de los 2ºC, se prevé que se produzcan varios cambios, como el aumento de los periodos de canícula, el aumento del nivel del mar o la evolución de las precipitaciones. La vulnerabilidad de las infraestructuras evolucionará junto con el cambio climático, por lo que será indispensable adaptar dichas referencias de gestión.